Catrinia Atlixco: entre el Mictlán y la memoria de los muertos

Atlixco.— El aire de octubre comenzó a teñirse de presagio. Esta ciudad, acostumbrada al vaivén de sus flores y mercados, abrió de golpe un umbral hacia lo mítico: Catrinia, un espectáculo que no se conforma con narrar la llegada de los muertos, sino que los invoca, los hace danzar entre fuego, máscaras y sombras.

La noche promete convertirse en un viaje al Mictlán, ese territorio temido y reverenciado donde los espíritus deben cruzar ríos, montañas y cuchillas de obsidiana antes de descansar.

En el centro de convenciones de Atlixco, a cinco minutos del zócalo, la frontera se borra: carros alegóricos iluminados se confunden con procesiones fantasmales, cuerpos pintados de blanco y negro parecen caminar desde ultratumba y alebrijes humanos se retuercen como guardianes de un pasaje prohibido.

El fuego, compañero eterno de los ritos de muerte, se mezcla con la música y el performance recordando que la muerte no es un final sino un tránsito. Cada nota musical, cada paso coreográfico, es un llamado a los ausentes; un recordatorio de que en Atlixco, al llegar Todos Santos, los muertos regresan aunque solo sea como eco o suspiro.

La propuesta, que arrancará el 3 de octubre y culminará el 2 de noviembre, no es únicamente un espectáculo: es un conjuro parte del programa de Valle Catrinas 2025 que busca reconciliar a los vivos con sus ausencias y hacer del arte un puente hacia lo sagrado.

Al final, cuando las luces se apaguen y el último tambor resuene, quedará la sensación de haber rozado un misterio antiguo: que en Atlixco, la muerte camina entre nosotros, vestida de fiesta, pero con la solemnidad de lo eterno. Asi fue precisamente el Open Day de Catrinia.

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Foto: Lena Velázquez

cdch