Una Fiscalía sin intermediarios fue el mensaje de la presidenta Claudia Sheinbaum a su partido, Morena, detrás de la designación de Ernestina Godoy como encargada de despacho en la Fiscalía General de la República.
El nombramiento de Godoy como encargada de despacho de la FGR no es un gesto administrativo: es un mensaje político hacia afuera, sí, pero sobre todo hacia adentro del gobierno federal.
La presidenta decidió saltarse al Congreso no por prisa técnica, sino por desconfianza política. Y cuando una presidenta no confía en su propio partido para un proceso de esta magnitud, es porque sabe que las fracturas ya no son hipotéticas, están vivas, activas y en movimiento.
Lo que muchos estamos leyendo como un manotazo presidencial, en realidad es una radiografía del momento interno de Morena, un partido que nació como un proyecto unificado, casi místico, hoy funciona como un archipiélago. Islas que conviven, pero que no necesariamente se desplazan hacia el mismo lugar. Y frente a esa geografía fragmentada, Sheinbaum tomó una decisión que revela su estilo: cuando el terreno es incierto, el poder se ejerce sin rodeos.
Las acusaciones de la viuda de Carlos Manzo no sólo pusieron sobre la mesa un presunto encubrimiento. Lo que activaron fue una alarma interna, el nombre del diputado federal Leonel Godoy, que toca fibras que Morena ha preferido no tensar. No es un personaje menor; es la representación viva de esa izquierda histórica que carga pactos antiguos, lealtades cruzadas y estructuras que se mueven con reglas propias.
Claudia Sheinbaum entendió algo, poner el relevo de la Fiscalía en manos del Senado no habría un debate sino un campo de batalla. Allí habrían entrado operadores, negociadores, filtradores y toda la política que surge cuando un partido es demasiado grande como para fingir cohesión.
La presidenta decidió no prestarle oxígeno a esa dinámica.
La FGR es más que una dependencia, es un eje. Quien controla la Fiscalía controla la capacidad del Estado para investigar, contener y ordenar. Y Sheinbaum, en medio de su primer reacomodo serio dentro de Morena, no podía entregar esa pieza al juego de tribus internas.
Con Ernestina Godoy en la Fiscalía, Sheinbaum asegura algo fundamental, Una Fiscalía sin intermediarios, el verdadero mensaje de Sheinbaum a Morena detrás de la designación como encargada de despacho en la FGR.
El gesto revela una diferencia con su antecesor. López Obrador, quien gobernaba con su carisma. Era una figura que no necesitaba apretar tuercas, porque su voz ordenaba sin necesidad de mecanismos. Claudia Sheinbaum gobierna desde la estructura, su lógica no es la de la líder amada, sino la de la operadora que sabe que la indisciplina es un riesgo existencial.
Donde AMLO toleraba matices, Sheinbaum exige alineamiento. Donde AMLO apelaba a su liderazgo, Sheinbaum acude al procedimiento.
Lo que ocurrió no es sólo un nombramiento; es una advertencia hacia el interior de Morena, respeto a la figura presidencial, pero sus lealtades, en la práctica, son múltiples, caprichosas y variables. Sheinbaum lo sabe, y este episodio demuestra que no está dispuesta a depender de la buena voluntad de nadie.
Lo que deja este episodio es claro. La presidenta Sheinbaum no sólo enfrenta la oposición, sino algo más complejo. La administración de un partido que creció demasiado rápido y que aprendió, quizá, a sentirse indispensable para la viabilidad del proyecto de nación que AMLO fraguó y que representa la base ideológica del Movimiento.
La designación de Ernestina Godoy es el primer recordatorio de que el centro del poder volvió a la Presidencia.
Como un bloque de confianza en un momento donde es un recurso escaso. Las corrientes internas pierden margen; los legisladores pierden protagonismo. Y Morena, paradójicamente, pierde la necesidad de unidad, pero gana un liderazgo más nítido.
Cuando una presidenta decide que su propio partido puede convertirse en un obstáculo, y actúa en consecuencia, eso redefine la correlación de fuerzas.
A partir de ahora, la disciplina no será un deseo: será una exigencia.
Y en los meses que vienen, ese centro necesitará firmeza, porque Morena es un movimiento que exige control, no romanticismo.
La Fiscalía es sólo la primera pieza de un tablero que se empieza a reordenar.
De las anécdotas que se cuentanY ¿los dólares mensuales para los poblanos?
El envío de remesas a México fue de 5 mil 635 millones de dólares durante octubre, lo que significó una caída anual de 1.7 por ciento. Esta fue la contracción menos pronunciada desde abril, de acuerdo con el Banco de México.
Las remesas llevan siete meses con caídas consecutivas a tasa anual. Aun así, los 5 mil 635 millones de dólares recibidos en octubre son la cantidad más alta desde octubre de 2024, cuando los paisanos mandaron 5 mil 730 millones de dólares.
La caída de las remesas reduce los ingresos mensuales de miles de familias poblanas, que esperan ansiosamente esos recursos que envían los paisanos.
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