El primero fue la punching bag de AMLO durante más de 18 años de campaña, pero, cuando llegó a la presidencia, dejó de atacarlo e incorporó a buena parte del equipo salinista a su equipo más cercano, y ahí siguen, sin que les toquen ni con el pétalo de una rosa.
Carlos Salinas, a pesar de las importantes aportaciones durante su administración, como el TLC y varias importantes reformas, también tuvo negativos que lo marcaron de por vida, como la corrupción de su hermano, los vínculos con el crimen organizado, la crisis económica, la aparición de grupos guerrilleros y los magnicidios. Hechos que impidieron que se convirtiera en el primer director de la OMC y que opacaron sin remedio su trascendencia como presidente.
Peña Nieto, también tuvo importantes aportes, sus 11 reformas estructurales, el fortalecimiento de aspectos de seguridad, economía y en lo social. Pero la característica principal de su sexenio fue la rampante corrupción, con una salvedad, no hubo tanta impunidad, encarceló a más de 12 gobernadores junto con algunos funcionarios públicos y otros fueron inhabilitados. Desde que el tabasqueño ganó la elección le dejó las decisiones importantes y acordó un pacto para garantizar la impunidad de él y muchos de sus cercanos, algunos de los cuales se incorporaron de inmediato al equipo de AMLO.
Vicente Fox pasó sin pena ni gloria, pero dejó algunos temas importantes como la Ley de Transparencia y Rendición de Cuentas y el mal sabor de la corrupción de los hijos de su esposa Martha Sahagún. Como expresidente se muestra dicharachero y muy poco constructivo.
Los impunes y los demócratas
Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, aunque en materia de ideología y programática tienen sus diferencias, son los que más aportaron para mejorar las condiciones del país y para advertir el peligro de seguir por el sendero que dejó trazado AMLO, que conduce a la tiranía.
A ambos expresidentes, AMLO y su sucesora les han declarado la guerra, los han tratado de callar, de maniatar y de amenazar. Basta ver el revuelo generado por el artículo de Ernesto Zedillo, lo atacan por el Fobaproa o lo amenazan a través de sus operadores, como César Gutiérrez, el aspirante a magistrado que es hijo del general Jesús Gutiérrez Rebollo encarcelado en la administración zedillista por sus nexos con el ‘señor de los cielos’.
Lo cierto es que Zedillo defiende la democracia, las instituciones y el Estado de derecho y en la contra parte está el proyecto de AMLO a punto de consolidarse y que defiende la presidenta Sheinbaum, que Zedillo define como el funeral de la democracia y del Estado de derecho, y que dará paso a un régimen tiránico.
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Columna de Manuel Díaz en SDP Noticias
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