Lo sé, hasta parece un galimatías, pero al final quiero aprovechar este problema que enfrentan las líneas aéreas, para ejemplificar que a pesar de que trabajan con proyecciones de crecimiento de flota, a veces a medio camino meten el freno y optan por otra opción. Y no estamos hablando de “aeropatito”, sino de Qatar Airways, un gigante de la industria.
Esto lo digo porque cuando una aerolínea anuncia la adquisición, que más bien es renta de aviones, hay personas que tienen la peregrina idea de que esos acuerdos son firmados en piedra e imposibles de cambiar.
Lo que más me gusta de esta industria es la gran resiliencia que maneja, pues aunque muchas cosas se planean con mucha anticipación, se sabe adaptar a las necesidades que requieren para ofrecer un mejor servicio a los usuarios del transporte aéreo.
Por eso para quienes conocemos a fondo cómo funciona esta industria no resulta extraño que de un momento a otro se haga un alto en el camino, y se recapacite en qué equipo es mejor para la operación.
Ahora en el caso del avión que el gobierno de Qatar regaló a la administración de Trump con la intención de que sea utilizado como el Air Force One (que Boeing no ha podido darle al primer mandatario) al recibirlo lo primero que Donald Trump dijo ante la prensa fue: "Francamente, es demasiado grande".
¡Pues qué demonios esperaba! Bueno, mucha gente ve Boeing 747 y cree que solamente hay un modelo, pero no es así. La aeronave que actualmente presta sus servicios como Air Force One es un B747-200, y el avión que le regaló el gobierno de Qatar es un B747-800, y créanme, es mucha la diferencia.
No sé si ustedes no lo sepan, pero Donald Trump tiene su propio avión, el cual ha llamado el “Trump Force One” un viejo B757. Este avión formó incluso parte de la flota de la extinta aerolínea mexicana TAESA.
El punto es que el nuevo B747 de Qatar es 5.5 metros más largo que el Air Force One que actualmente utiliza Trump. Finalmente, después de todo, el secretario de la defensa norteamericana, Pete Hegseth, aceptó el avión para que sea utilizado como el “avión presidencial”.
El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, informó en conferencia de prensa que: “Se trabajará para garantizar las medidas de seguridad adecuadas en la aeronave para que pueda ser utilizada por el presidente, (y aclaró) que el avión fue aceptado en apego con todas las normas y regulaciones federales”.
No obstante, la controversia sigue por parte de los legisladores del Partido Demócrata, quienes consideran que “ese palacio en el cielo”, viola la Constitución norteamericana, en la que se prohíbe a los mandatarios aceptar regalos extranjeros.
En mi opinión, no se requiere un de avión presidencial de gran envergadura; en la actualidad la guerra fría ya no existe, y no hay necesidad alguna de transportarse como reyezuelo.
Sin embargo, les toca a los estadounidenses aplaudir o censurar el uso de ese avión. En esta columna solamente usamos el ejemplo, para hablar de la apasionante industria aeronáutica.
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Columna de Ximena Garmendia en SDP Noticias
Foto AP
clh